La mayoría de mis amadas tías ya no están en este plano terrenal; han pasado a mejor vida. Con dos de ellas, pude estar hasta su último suspiro. No es sencillo, pues las extraño. Me mimaron y cuidaron con mucho amor. El amor que recibí de mis tías es especial y por eso siempre las llevo en mi corazón. 

En actividades que son especiales para mí, suelo llevar un prendedor en la ropa o  un pañuelo o una notita de alguna de ellas en mi cartera. Para mí, es un símbolo de recibir su bendición, que me acompaña siempre. 

Hay canciones, aromas y sabores que me hacen sonreír al llevarme a pensar en cada una de ellas.

El pasado domingo fuimos a visitar a mi amada tía en el hogar de cuido donde reside. Su mente está de vacaciones, pero le suelo decir: “Tengo atesorados muy bien tus enseñanzas, apoyo y amor”. Cuando la visitamos, muy orgullosa dice: “Ellos son mis sobrinos”. Se alegra muchísimo de vernos, aunque apenas recuerde nuestros nombres o el presente. Siempre le recordamos la alegría de lo vivido. También, le repetimos que nosotros no nos olvidamos de ellas, jamás. Le pongo una canción de sus preferidos, como Chucho, Wilkins y Rocío Jurado.

Aquí comparto la canción Jamás, que interpreta magistralmente Chucho Avellanet. Es como una promesa que aquieta el corazón lastimado. No hay nada como la esperanza. https://www.youtube.com/watch?v=qai6NT5yU1g.

Disfruta cada instante, ya que la vida va a la velocidad de un Tweet.

Hasta mañana,

Tere Montes